Casas Solariegas
El barro, tanto cocido en el tejar (ladrillo) como mezclado con paja y sin cocer (adobe) fue la materia prima utilizada primordialmente en la comarca para la construcción de viviendas.
La fabricación de adobes se generaba pisando el barro con la yunta de mulas, luego se mezclaba con paja en unos moldes llamados mencales y se dejaba secar al sol.
Otra modalidad de construcción basada en el barro crudo es el tapial, que consiste en un muro de barro bien apisonado y mezclado con paja para cuya elaboración se utilizaban como armadura unos tablones. Para dar mayor solidez se solían incorporar al muro machones o pilastras de adobe o de ladrillo, por último se le daba a la pared un revoco de barro o paja o bien se enjalbegaba (revestimiento con capa de cal).
El ladrillo empezó a utilizarse como elemento principal en las casas de La Moraña a finales del siglo XVII. Gracias al legado mudéjar se utilizaba como puertas y ventanas adinteladas, arcos de medio punto, filas ajedrezadas, tapiales encajonados en machones de ladrillo, hiladas de ladrillo en muros de adobe, etc.
La techumbre descansaba sobre una viga maestra, llamada viga burra o madre y los cuarterones. Por encima de estas, las tablas de ripias que se cubrían con paja y barro y después, por encima, con tejas que se calzaban con pequeñas piedras para que no resbalaran entre ellas.
La disposición de las casas en La Moraña era bastante simple y no se puede desvincular de la economía agraria de la zona en épocas anteriores por lo que se disponía de la vivienda propiamente dicha en planta baja además del “sobrao” en planta alta, al cual se accedía a través de una trampilla. Dicho sobrao tenía la función de desván o trastero donde se guardaban no sólo los útiles de la matanza sino otras herramientas como ruecas o también arcones con prendas heredadas.
Por otro lado estaba el corral que tenía diferentes funciones desde cobertizo para el carro y aperos de labranza como cuadra para animales de tiro u otras funciones como gallinero, muladar, etc.